Esto que te voy a contar, aunque vaya de un chimpancé, aplica perfectamente a tus clases (garantizado).
El otro día, alguien me pasó un vídeo de un chimpancé.
La historia es esta.
Había una vez un cuidador del zoo que se tuvo que jubilar.
Dentro del zoo había una chimpancé a la que llamaba «su niña».
Como el hombre se jubiló dejo de ir a darle de comer cada día y a decirle «mi niña».
El chimpancé seguramente no entendió nada, pero llegó un día en el que su cuidador dejó de ir. Así, sin más.
Entonces, un día, al cuidador le dió por ir.
Y la chimpancé volvió a ver al que era su cuidador.
Y a alguien le dió por grabarlo. Y otro alguien le dió por pasarme el vídeo.
La reacción de la chimpancé es emotiva, y trató por todos los medios de besarlo, de abrazarlo… la cosa es que había un cristal de por medio.
Pero se le veía alegre, emocionada, loca contenta.
Imagino que el abrazo real llegó después, pero eso ya no se veía en el vídeo.
Esto que te cuento también ocurre (de otro modo) en educación.
Antiguos alumnos que se cruzan de acera.
Otros que saludan con un tímido «hola seño».
Y otros a los que les da una alegría tremenda el volver a verte. Como la chimpancé, pero de persona humana a persona humana.
Ya sabemos que cada niño es de su padre y de su madre y que todos no reaccionan igual.
Pero también sabemos que hay profes que repelen.
Otros, sin embargo, reciben bastantes muestras de cariño.
¿Suerte que le toca siempre el alumnado más cariñoso?
Puede. Pero lo dudo.
Imagino que se lo habrán ganado en su día a día, que es donde se ganan las alegrías y caras de ilusión futura.
¿Qué hacen exactamente?
Lo que hace todo el mundo no podemos saberlo.
Lo que está claro es que los nombres de los ríos, aunque importante, no es lo que les llega.
Les llega el cómo se aprendieron esos ríos, la manera en que lo aprendieron.
Y ese cómo conlleva recuerdos. Buenos, malos o ni fú ni fá.
¿Hay una fórmula secreta para dejarles buenos recuerdos?
Habrá muchas, pero es probable que todas tengan en común una cosa:
Contar con el alumnado, hacerlo partícipe, que se impliquen.
Y justo eso es lo que proponemos en el «método secreto de 11+1 pasos de evaluación activa».
Pero no en plan fumada para salvar a las ballenas amarillas, no.
En plan para que lo puedas llevar a cabo en tu día a día.
¿Seguro?
Segurísimo.
Tan seguro como que llevamos años aplicándolo. Tan seguro como que lo han aplicado cientos de personas con buenos resultados.
¿Cuál es el método?
Para descubrirlo tienes que apuntarte aquí:
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